De acuerdo con los resultados del último estudio de la AMIPCI, los consumidores mexicanos comentan que hay grandes áreas de oportunidad cuando se trabaja con comercio electrónico localmente.

El primer punto que se tiene que evaluar son los precios tanto de los productos como de los envíos. En la mente de nuestro consumidor, un producto en punto de venta tiene que absorber costos operativos de renta, servicios y atención en el establecimiento, mientras que para un producto online los costos pueden reducir o aumentar, pero tienen que ajustarse de acuerdo a lo que se ofrece.

Los entrevistados aseguran estar de acuerdo con pagar costos de envío cuando no hay otra forma de tener el producto, pero en muchas ocasiones buscamos motivar la venta en línea con el mismo costo que en la tienda y sumando las tarifas y comisiones de envío. Si el cliente puede fácilmente ir a la sucursal y adquirir su producto, jamás vamos a moverlo a que lo haga de otro modo. En cambio, si ofrecemos un descuento adicional por comprar en línea y en la misma ciudad el envío es gratis, todos tendrían una razón para hacer el consumo por otro medio.

El segundo punto a tomar en cuenta es que los consumidores no confían en que los productos lleguen a sus manos. Esto tiene que ver con que se necesitan recomendaciones para poder comprar en un sitio nuevo. Si no hay referencias, la compra se va a dificultar. La solución más rápida es poner una columna en donde quienes ya compraron puedan compartir su experiencia.

El tercer punto, pero no menos importante, tiene que ver con que la tienda cumpla con los elementos de seguridad y sistemas de pago que aseguren la transacción frente a los ojos del consumidor, esto es para garantizar el buen uso de los datos de su tarjeta de crédito.

Poniendo especial atención a estos 3 puntos, podemos mejorar la redención de nuestro negocio digital.